Escrito por Jaime López
Introducción:
El miércoles 23 de julio de 2008 me llamaron de Bogotá preguntándome por las consecuencias de la separación de GP y qué las cosas que se decían y que el otro grupo que se hace llamar Genoma Punk… Yo me entendí que se debía contar esta historia que les voy a relatar, para los que estén interesados en saber la verdad de mis labios, de mi puño y letra. La verdad del enemigo es probable que sea también una verdad, pero conociendo de la ineptitud de los faltantes en esta historia, no veo más que iniciar a escribir y hacer memoria de lo que me propongo: contar la historia de GP hasta la fecha de hoy. Para algunos habrán difamaciones, esas cosas sólo podrán entenderlas los que me hayan visto eufórico en un concierto gritando consignas; en un velada de guitarra y armónica apelando al juicio y al sarcasmo para hacer entender mis teorías; en una entrevista insultando al pueblo, a la masa, de frente, sin ambages, sin miedos. Cada quien tiene aquí lo que se merece. Como nadie habla bien de mí, dejo eso como tarea primaria en mis escritos. Ahí están mis libros y mis ideas, que son mis canciones, para que hablen de mí. Les ha faltado es traductor instantáneo a lenguaje de masa, que a veces me hago díscolo y me elevo por parajes dónde pocos pueden entenderme. ¿Tengo yo la culpa de haber nacido águila y no zarigüeya? ¿Tengo yo la culpa de no tener alma de esclavo para arrodillarme, pedirles perdón y hablar, de aquí en más, bien de ustedes?
Apenas empezando el libro se me ocurrió, a lo Omar Urán, sacar un montón de fotografías, de afiches, de boletas y de no decir más, ahí está la historia, lo que ha hecho GP y lo que va a hacer; pero esas cosas son para otros que poseen el don de la imprenta y el patrocinio y cuya falta de seso no les da para plasmar ideas y pensamientos: un libro de afiches es casi una idea Boteresca (por F. Botero), Angelinesca (por Ángela Botero), es como un libro de poesías ridículas; cosas que mi alma de hugonote no comparte. Les mostraré si, algunas carátulas, para que vean la discografía, pero si quieren fotos, en la Internet las pueden conseguir y bajar; el hombre no es su imagen, es lo que piensa y lo que hace. En este texto está la historia como se me vino a la cabeza, la empecé aquel miércoles, día de la llamada, por la tarde y la estoy introduciendo el viernes 1 de agosto de 2008.
20 años evité escribir está historia, para no combatir con los Ira o las Fértil, allá cada uno, allá lo que hayan hecho de sus porquerías de vidas, si hablan bien o mal de mí; si se sientan o mean paradas; si cuando sienten su corazón partido reparten sus migajas. Yo hablo de mí porquería de vida, la mía, legal; la dediqué a esto, a lo que quiero. No me siento bien por haber manchado vidas con verdades o por haber hecho sabios o lectores; bien se sabe que el que menos sabe, menos sufre y ya sabe mucho. No me siento mal por no tocar ahora con los otros miembros; no me siento mal por no haber llegado a las listas del top forty, por no haber colocado un canción en el número uno de las listas o por no haberme ganado ningún premio de escritura. Por el contrario me enorgullece haber cumplido mi deber y seguirlo haciendo, como dijera Vargas Vila “denunciar a la tiranía es la mitad del deber”; me enorgullece que las emisoras que dan premios a las masas nos hayan tenido alejados; eso quiere decir que somos pésimos músicos o que lo que decimos en nuestras canciones no está hecho para el revoltijo que se apellida masa; la proscripción es sinónimo de excepción; me enorgullece que mis libros hayan sido vetados por cristianos y creyentes de todo tipo; Eso quiere decir que he hecho lo correcto. No hice mis letras para el rebaño, las hice para destruir al rebaño y hacer hombres autónomos; me enorgullece oír cantar mis canciones acústicas en un parque sin que aquel que las cante acierte a imaginarse que quien las compuso está pasando por ahí. Me enorgullece ser anónimo y por eso había callado esta etapa de la historia. Pero ante la ignominia no hay sino un sólo deber y ese deber está en derribarla o en cortarse la cabeza. Esta es la historia de ese deber, mi deber, mi más sagrado deber: matar la tiranía.
Sé que no lograré que empalen a los culpables, sé que no evitaré que la gente asista a “rock al parque”, al “undergrano” o al “altavoz”; sé que no lograré vender mis libros o mis trabajos musicales. Sé que no lograré que la gente valore las bandas de Colombia como se lo merecen y que paguen sus entradas, pero este es mi deber, lo cumplo como tal, a él me dirijo sin titubear.
2 comentarios:
eso monstro¡¡ muerte a las farandulas rockeras ,farandulas metaleras , las farandualas raperas, y acuanta farandula hijueputa que habite en nuestras cabezas de balijas y neas enmascaradas, avergonzaddas de nuestra condicion no fafarachosa o fachosa o fachigonorreica
vivas por los resistires de nuestra condicion humano-diablica, desde nuestras tinieblas y con orgullo, a las espera de robarles el fuego por siempre.
euronimus
esta interesante la historia pero falta el desenlace.... se nota que sus palabras traen recuerdos amargos y noches infatigables de no dejar de ver el techo de su cuarto... cada hombre es una historia, unas mas amargas que otras ...esperaremos el resto del escrito..............
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