martes, 12 de agosto de 2008

EL QUE NO CONOCE LA HISTORIA...

bueno la verdad tambien me dejo algo sorprendido y pense que se trataba del fasista de nuestro presidente me sorprende la similitud de estos personajeseste fue un e-mail que me envio margarita

margaes22@gmail.com

gracias por la info


EL QUE NO CONOCE LA HISTORIA... A QUEJARSE AL MONO DE LA PILA.

Por: Gabriel Bustamante Peña


Apenas comenzó su primera candidatura no alcanzaba el 2% en las encuestas, y su propuesta no fue lanzada desde ningún partido tradicional que pudiera vaticinar una posterior fuerza electoral para disputar la presidencia. Sin embargo, su discurso antipolítico y anticorrupción, pero principalmente fuerte contra una guerrilla marxista, le gestó un impresionante ascenso de popularidad. Una sociedad cansada de los abusos a los que se había reducido el proyecto beligerante y una asfixia en los intentos de solución política fueron la clave de su arrollador éxito con el que llegó por primera vez a dirigir el destino de la nación.

Realizó su primer gobierno, no sin antes reformar la Constitución para permitir su propia reelección. Y a pesar de no haber cumplido su promesa de acabar el terrorismo en su primer período, sus golpes a la guerrilla fueron tan contundentes que llegó a acorralarlos, a capturar o dar de baja a gran parte de sus cabecillas, disminuyendo de forma drástica su accionar violento en todo el país.

De la mano con la lucha antiterrorista vino también una aparente recuperación económica y la inversión extranjera. Fue reelecto por una amplia ventaja y su imagen favorable llegó a estar cerca al 80% y nunca por debajo del 70%. Y todo esto, a pesar de los grandes escándalos de corrupción y de violaciones a los derechos humanos de los que se acusaba a su gobierno. El efecto teflón que generó, le permitió pasar incólume por encima de los crímenes de lesa humanidad y los actos probados de descomposición política que se gestaron en su administración. Los escándalos de corrupción comenzaron a cercar sus principales círculos de poder, llegando a sus principales asesores y al Congreso, el cual se vio afectado por una de las principales crisis de ilegitimidad en su historia. Nuevamente, el envilecimiento político venía desde el Gobierno, pero la gente aislaba la imagen presidencial de este episodio que hedía como nunca a podredumbre. Y no contento con una reelección, comenzó a planear como quedarse en el poder. Pero esta vez, no sólo por gusto sino por necesidad: el miedo a un futuro juzgamiento lo convirtió en beneficiario y víctima de su propio trono.

Su discurso, cada vez más agresivo, se enfiló contra la oposición política y social a la cual estigmatizó y ridiculizó aprovechando los múltiples espacios oficiales. Generó un ambiente de polarización y recurrió a investirse como el representante de un patriotismo indiscutible, de tal forma que, quien estuviera contra él estaba contra el país y debía ser considerado terrorista. Mantuvo a los medios de comunicación bajo su poder a través de concubinatos empresariales o por medio del chantaje que ejercía sobre ellos y elaboró toda una maquinaria de propaganda oficial para magnificar su imagen. Gobernó acaparando todo el poder, a través del desequilibrio institucional que generó su propia reelección. Permitió que la corrupción infiltrara al Estado como nunca antes se había dado en el país y llevó a la moral pública a la más profunda de su crisis. De la misma forma, captó a las fuerzas militares como su ejército propio, utilizándolas para sus intereses, no pocas veces contrarios a la dignidad humana. Confundió popularidad con legitimidad y por esta vía pasó por encima de la ley y de la constitución. Atacó al poder judicial con una saña tal que llegó a acusarlo de ser enemigo de la democracia y se enfrentó personalmente a la justicia hasta llegar a doblegarla.

Finalmente, tras 11 años en el poder y ya sin el paraguas de la guerrilla, la lluvia de escándalos le hicieron huir del país y pasó a ser declarado 'moralmente insubsistente' por el Congreso. Hoy, Alberto Fujimori está preso y enfrenta procesos por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Crímenes que cometió bajo el apoyo ciego de una sociedad sedienta de venganza y mano dura y en la ausencia de la sana crítica y la oposición política, que diferencian a las verdaderas democracias de las dañinas y falaces tiranías de las mayorías.

Espero que no hayan pensado que el escrito se refería a nuestro presidente y 'patrono' Álvaro Uribe.... porque él y Fujimori no tienen absolutamente nada en común...o si?

para reflexionar no??????

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